miércoles, 30 de septiembre de 2009

Santiago, la ciudad de los canteros

De Santiago poco o mucho se puede decir, digo esto por que es una ciudad mágica tanto si brilla el sol como si esta nublado (yo la prefiero con niebla). En principio para mi hijo fue una ciudad mas, con mucha arquitectura por todos lados, le llamaron la atención los soportales del casco viejo lleno de tiendas típicas (aún se conservan) esas tiendas que encuentras casi de todo y las otras tiendas que son patrimonio exclusivo de los turistas, mientras que paseábamos (con gran placidez) nos acercábamos hacia la catedral (el punto neurálgico de la ciudad), además de foráneos nos encontramos rodeados de peregrinos de todos los lugares del mundo, es increíble ver la cantidad de gente que aquí se puede congregar.
Intencionadamente di un pequeño rodeo pues quería que la Plaza del Obradoiro fuese lo ultimo que se encontra, es lo mas impresionante y quien conozca Santiago creo que opinara lo mismo que yo, en mi memoria aún tengo guardado el recuerdo de la primera vez que vi la fachada y la plaza, tendría yo unos 6 años y esa imagen continua en mi memoria (claro que a Santiago ya había ido siendo mas pequeña pero no lo recuerdo). La cara de Jorge fue un cuadro de emociones cuando nos acercamos a la plaza, el sonido de una gaita nos acompañó mientras avanzabamos y la incursión en la plaza fue aún mas emocionante si cabe con la música. Tardamos mucho en entrar a ver la catedral pues la fachada es un cuadro tan amplio y grande que en cuanto tu vista se despista te pierdes mil detalles.
En Santiago la piedra mas pequeña es impactante, tiene su significado y su justo lugar.
Una vez dentro Jorge se dedicó a buscar las marcas de cantero y vimos tantas que salimos alucinando, ¿cuantas personas rebajarían en esta maravillosa obra? aquí ya cada uno de nosotros dejó que su imaginación le llevara a donde quiso, la mía se fue a la época en la que se construyó este lugar, me imagine a los trabajadores de la piedra golpeándola y sacando de ella esas maravillosas figuras que aún hoy podemos contemplar, a las que el paso del tiempo va poniendo colores diferentes con los líquenes y erosionando con la lluvia y el viento.
Santiago no se puede contar, hay que verlo para sentirlo y a ser posible tocarlo, sentir la piedra e imaginar mirando al cielo que constantemente cambia.































2 comentarios:

Sabela dijo...

Galle cuánta razón tienes al hablar de Santiago, y es cierto, esa Plaza del Obradoiro siempre impacta en uno y de que manera, todos y cada uno de los que ponen o pusimos allí los pies tiene o tuvo su propia experiencia, la más hermosa de las mías fué cuando conseguí acabar los 112 km. de camino después de pasar una grave enfermedad, para nada me importó "sacar el sombrero" aunque mi cabeza no tenía pelo.
Virtualmente estoy con vosotros tres y me encanta este viaje, muchas gracias por facilitarme esta oportunidad única.
Abrazos.

Conral dijo...

Galle, leyéndote y viendo las fotografías recordé mi visita a esta ciudad. También a mí me impactó la plaza, la catedral y los alrededores.
Gracias por tu esfuerzo. Un placer volver a pisar esas tierras, aunque sea virtualmente.
Un abrazo grande
Conchi